En busca del sueño africano

Marcos Bustillo es cooperante vasco en UNICEF Gabón La noche del 19 de octubre de 2009, el Sharon, barco bajo bandera de Ghana,  llegó a las costas de este país. Hasta aquí todo parecía normal. Sin embargo, una patrulla de guardacostas le interceptó y descubrió que en su interior transportaba 285 inmigrantes en situación irregular. El grupo estaba compuesto por un total de 251 adultos y 34 menores.

Todos ellos fueron conducidos al CEDOC (el órgano perteneciente al Ministerio del Interior encargado de la inmigración clandestina).

En cuanto UNICEF tuvo conocimiento de esta noticia se movilizó, en colaboración con el Ministerio del Interior y la Cruz Roja, para garantizar el bienestar de los 34 menores (26 chicas y 8 chicos) y evitar que fuesen víctimas de la trata infantil. El equipo de UNICEF se desplazó al centro donde se encontraban los menores y comenzaron las gestiones pertinentes para averiguar cuál era el objetivo final del viaje de estos menores, así como verificar la existencia de lazos familiares entre estos y el resto de miembros de la embarcación. Esta primera investigación condujo a una fuerte presunción: su sueño gabonés no era el que sus familias, víctimas del engaño, creían cuando se separaron de ellos. En sus países de destino se les prometió una educación, una profesión; en definitiva, un futuro. Pero la realidad era bien diferente, se convirtieron en víctimas de la trata de personas. Las investigaciones llevadas a cabo mostraron que la franja de edad de los menores era de entre 11 y 18 años. Por otro lado, las investigaciones permitieron comprobar la diversidad de nacionalidades presentes: 26  niños  benineses (19 chicas y 7 chicos); 5 chicas togolesas; 2 chicas malienses y un chico maliense. Gracias al apoyo del Ministerio del Interior y del Comité de Seguimiento de Lucha contra la Trata Infantil, los 34 menores fueron separados del grupo de adultos y reubicados en tres centros especializados en la acogida de niños en dificultades (abandono, trata, explotación…) de Libreville, donde además recibirían cuidados psicosociales. También se facilitó la labor burocrática con las embajadas de los países de origen de los menores. A día de hoy, todos los menores han sido repatriados a sus respectivos países. Regreso que ha sido posible gracias a la estrecha colaboración de los respectivos Gobiernos y la intermediación de las diferentes oficinas de UNICEF en Gabón, Malí, Benín y Togo. Una vez repatriados, UNICEF y los Gobiernos se encargaron de alojarles en centros de acogida temporal, mientras se encontraba una solución apropiada para cada caso, que no es otra que el reagrupamiento familiar y la reinserción de los menores.